Ya no estas rojo desapareciste de mi drama, de mi felicidad, de mi vida.
No te busque sin embargo nos encontramos, tu quisiste meterte en mi caótica vida pues sabias la mitad de lo que tocaba, una chica con una descendiente algo de ella que no dejaría nunca, que la acompañaría toda la vida a la cual a veces odiaría tenerla o amaría mucho. Y la otra mitad una chica la cual se odia así misma, autodestructiva, que odia su cuerpo, su mente, su piel, su sangre cada parte de ella.
Tu mirada era transparente, tus ojos lucidos, traspasaron mi cuerpo y mi corazón en un minuto.
La segunda arriesgada oportunidad de amar comenzó, había temor.
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